Si fuese de capaz de hacerlo, emplearía la poesía para resumir la prueba de ayer. No lo hago por desconocimiento. No lo haría por pedantería. Lo haría para dar al sufrimiento el estatus que merece como medio para lograr aquello que quieres. Salvo contadas excepciones, todo requiere tiempo y esfuerzo y si bien nos llenamos la boca pidiendo el esfuerzo ajeno, todos huimos del sufrimiento, el cual no creo que sea más que un esfuerzo constante y prolongado en el tiempo, es decir: tiempo + esfuerzo. Lo que pedimos. Sin saberlo.
A ese chico que toca tan bien el piano le han dolido los dedos hasta morir. A esa chica de El Lago de los Cisnes le han sangrado los pies, ha entrenado con dedos rotos. Seguro. Los Roland Garros de Nadal son a base de ampollas, dolores de espalda y silenciar el dolor de las rodillas… porque todo va acompañado de un esfuerzo que no se ve y que es superior al que a priori estamos dispuestos a soportar. Por eso, si pudiera, escribiría esto de la forma más poética posible con el único afán de dotar al esfuerzo máximo el mayor de los respetos posibles.
Ayer Lanzarote fue más Lanzarote que nunca. El viento hizo que se suspendiera la natación y la bici fue, sin duda, el rato más desagradable que he pasado en una competición. Quizá no llegaba en mi mejor momento de forma ni con la motivación suficiente para tolerar esos 90kms en esas condiciones. Puede que tampoco tenga las ganas ni la ilusión del principio, pero lo que tengo son carreras y sé donde me la juego. Y donde tener paciencia. Así que al mal viento, paciencia. Y si no, al tiempo.
Timanfaya, Femés, Montañas del Fuego, Tinajo, El Golfo… quien conoce la isla sabe de lo que hablo, de lo bonito y de lo duro que son esas carreteras infinitas. 90 kms, 990 metros de desnivel (casi todo en los 50 primeros kms) y viento. Mucho viento. Coño, que ya sé que yo me quejo, en general, mucho, pero lo de ayer fue demasiado. A más viento, más esfuerzo durante más tiempo, y más concentración o estás fuera.
«No swim, you win» Sabias palabras de mi entrenador (¿sabes que creamos equipo nuevo? espera, eso ahora no viene al caso, pero apúntatelo). Quizá solo fueron para motivarme porque cuando te preparas para algo, asumes lo que venga y que recorten la carrera, en parte, te descoloca. Pero ese «no swim, you win», bromas a parte, hizo efecto.
Se mantienen los horarios. Se mantiene el viento. Mantengo las rutinas. Salimos en grupos de 10 por orden de dorsal. Y en vez de empezar a nadar, salimos derechos a coger la bici. Casi 3 horas y 90kms después, bajo a correr algo lejos del top 5 que estimo tendrá plaza para el Mundial, pero lo he dicho arriba, tengo algo de experiencia ya en esto de la media distancia y me he dejado puestos en la bici, pero no el alma. Bajo a correr el 14 en mi grupo de edad (por cierto, que decís solo que corro bien… pero tampoco soy manco en lo demás, no?)
4 vueltas de 5km y un desvío final de 1km. Eterno. Calor. Eso me separa de mi tercer mundial. Es lo único a lo que he venido. Mi temporada acabó (mentalmente) en Copenhague. Lo digo yo y lo dice mi gráfica de TrainingPeaks. Sigo entrenando pero el resultado es el mismo que un masaje con ropa: algo hace pero no mucho.
Primeros kms y ya he entendido cómo va a ser esta vez: calor, pocos avituallamientos y varios giros y cuestas feas. Sensación conocida.
Con la primera vuelta tengo la primera referencia: marcas mejor ritmo que los demás. Sigue así.
Empezamos la segunda vuelta. Bajo el ritmo porque no creo aguantar con tanto calor. Cada avituallamiento es la fiesta de las camisetas mojadas. Tengo un ejemplo a seguir: Daniela Ryf. Creo que la estoy superando. Soy capaz de echarme 4 vasos de agua por encima y beber uno en menos de 20 metros además de rechazar la Coca-Cola. Un tío se me pega. Me dice que quiere que vayamos juntos. Me dura un avituallamiento y 200 metros más. A la guerra se viene solo.
Km 10 Las referencias son más reales. Vas en ritmo de slot. Estoy séptimo. Quedan 11 kms para pensar en Nueva Zelanda. No es mi mejor carrera aunque sí de las más inteligentes. No me obceco con el ritmo. Cada carrera es un mundo y un 4:10 el km hoy vale más que un 4:00 en otro sitio. Si yo estoy mal, que adelanto gente, el resto no quiero saber cómo van. Recojo la tercera pulsera al paso del km 15.
Última vuelta. «Estás sexto a un minuto treinta segundos del quinto. Dorsal setenta. Corre. Corre!!» Ese fue el mensaje y lo escribo letra por letra para que te puedas hacer a la idea de lo largo que puede ser un minuto y medio. Qué cortos parecen ahora los 6 kms que faltan a meta. ¿Cómo quieres que recorte tanto en tan poco? Por inercia. O por Nueva Zelanda. O solo por orgullo aumento el ritmo. La diferencia entre Nadal y ese niño que le ganaba de críos y nunca llegó a nada, o entre la niña que representa hoy El Lago de los Cisnes, son las ganas de ganar. Así que corro más rápido que todos los parciales anteriores. Desvío a meta: 1 km. «Estás quinto pero corre que el sexto está cerca». Entro en meta. Soy quinto. Soy mundialista por tercera vez en cuatro años.